Red Plurinacional sobre Contaminación Electromagnética
RED PLURINACIONAL SOBRE CONTAMINACIÓN ELECTROMAGNÉTICA
PLURINATIONAL NETWORK ON ELECTROMAGNETIC POLLUTION
RESEAU PLURINATIONAL SUR LA POLLUTION ELECTROMAGNETIQUE
Contemporáneamente toda la información exosomática mundial contenida en dispositivos tan distintos como libros, vinilos, cassetes de audio, discos duros de computadoras y teléfonos celulares aumentó más de 110 veces en solamente 27 años, de 1986 a 2007 [10]. Hasta el año 2001 dominaba la información analógica, pero a partir de 2002 pasó a ser dominante la digital.
Actualmente en la biosfera (2020) un total de 5.240 millones de personas tienen teléfono celular, es decir el 67,35% de la población total [5]. Siete años atrás Google procesaba más de 24 Petabits de información de datos por día (2013), y entre 1986 y 2007 el tráfico en telecomunicaciones creció a una media del 28% anual [12] [10].
En base a varias fuentes bibliográficas la cantidad total de información almacenada exosomáticamente por la humanidad fue de 2,64 Exabits en 1986; 13,31 Exabits en 1993; 51,21 Exabits en 2000; 295 Exabits en 2007; 800 Exabits en 2009, y 1.200 Exabits en 2013 [3] [4] [7] [9] [10].
La magnitud de la "datósfera" queda reflejada en las siguientes cifras correspondientes a 2018: cada minuto los usuarios de Tweeter enviaron 473.400 Tweets; los usuarios de Snapchat compartieron 2 millones de fotos; los de Instagram postearon 49.380 fotos y Linkedin agregó 120 nuevos usuarios [11].
En este desarrollo explosivo la tecnología, la comercialización y la adopción social de sistemas que generan campos magnéticos de frecuencias extremadamente bajas y radiofrecuencias crecieron geométricamente (2, 4, 8, 16, 32 …), mientras que los conocimientos sobre sus posibles efectos negativos sobre la salud y el ambiente apenas aumentaron en forma aritmética (1, 2, 3, 4, 5 …) o se estancaron. El cóctel de radiaciones no ionizantes que actúan en cualquier atmósfera urbana, rural e incluso ambientes naturales es el producto de "cócteles" de fuentes, donde semejante mezcla facilita la impunidad de los generadores corporativos [1].
Peor aún, las atmósferas urbanas y extraurbanas tienen contaminantes químicos estables, ocasionalmente contaminantes radiactivos, naturales y artificiales, y recibe la radiación ionizante de estos radioisótopos, y la que procede, naturalmente, del cosmos (radiación cósmica de frecuencias extremadamente altas, vecinas de la radiación Gamma) [1].
Pero de todos los contaminantes que pueden hallarse en la atmósfera existe un contaminante energético cuya diversidad y "cantidad" supera a cualquier otro contaminante por su omnipresencia y su crecimiento: las radiofrecuencias. Aunque terminan siendo absorbidos y no se acumulan, la radiación ionizante los seres vivos que reciben esa radiación, y nosotros somos uno de esos seres vivos, "acumulemos" potencialmente sus impactos negativos, sus daños. Como la radiación no ionizante es invisible, no se huele, no hace usualmente ruido y nos penetra y atraviesa sin pedir permiso, ni siquiera podemos darnos cuenta que estamos siendo contaminados y violentados [1].
En las sociedades actuales los teléfonos celulares, las antenas de telefonía celular, las computadoras, las tablets, los routers y otros dispositivos tecnológicos forman parte de la vida cotidiana, doméstica y comunitaria, y como muchos los incorporamos creyendo que si los gobiernos lo autorizaban no había riesgos, seguimos utilizándolos, cambiamos continuamente dispositivos y pasamos más y más tiempo, exponiéndonos a la contaminación electromagnética. La mala noticia es que la contaminación electromagnética no es inofensiva, y que los gobiernos, en lugar de protegernos, han optado la mayor parte de las veces por proteger los intereses de las corporaciones [1].

Continua.....
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