Red Plurinacional sobre Contaminación Electromagnética
RED PLURINACIONAL SOBRE CONTAMINACIÓN ELECTROMAGNÉTICA
PLURINATIONAL NETWORK ON ELECTROMAGNETIC POLLUTION
RESEAU PLURINATIONAL SUR LA POLLUTION ELECTROMAGNETIQUE

El NOAEL (Nivel sin efecto adverso observable) "es la mayor concentración o cantidad de un agente contaminante, material o energético, hallado experimentalmente o por observación, que no produce efectos adversos en los individuos de una especie expuesta a esa concentración o cantidad". De los datos disponibles en la bibliografía el trabajo de Kondra et al. (1970) detectó efectos adversos a un valor de densidad de potencia extremadamente bajo, 0,00000001 microvatios por centímetro cuadrado [3]. En base a esta cifras derivamos un "NOAEL estimado" de 0,00000002 microvatios por centímetro cuadrado [1].
Balodis et al. (1996) determinaron que las radiofrecuencias y microondas producen una disminución en el espesor de los anillos de crecimiento en árboles [3] mientras que Magone (1996) observó un acortamiento de la vida media y deterioro reproductivo en la lenteja de agua [3].
Cherry, en su revisión sobre los efectos de bajas dosis, indica que plantas expuestas a radiofrecuencias y microondas en el rango de 0,042-6,6 W/cm2 sufren daño en sus cromosomas y sistemas reproductores [2].
Según datos obtenidos por Selga y Selga (1996) para Pynus sylvestris, su valor de LOAEL es de 0,000024 microvatios por centímetro cuadrado, tomando como referencia el valor obtenido por Selga y Selga (1996) sobre Pynus sylvestris [5]. Destaquemos que según Marha (1969, 1963) se han observado alteraciones en la división celular de la planta Vicia faba a una densidad de potencia tan baja como 0,0000000026 microvatios por centímetro cuadrado [3] [4] [1].
Valorando la información disponible de la buena ciencia, Cherry consideró como necesario y aplicable un estándar precautorio de 0,01 microvatios por centímetro cuadrado [2]. Llamamos "buena ciencia" a la que aplica el método científico, se practica sin conflicto de intereses y no tiene por objetivo desarrollar armas ni dispositivos que dañen y maten a las personas.
Dentro de este contexto es necesario recordar que la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC) con base en Lyon (Francia), organismo dependiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), ubicó a las radiofrecuencias en el grupo 2B, posible cancerígeno humano. En el IARC se consideran 4 grupos:

Grupo 1: "Cancerígeno para el ser humano".
Grupo 2A: "Probablemente cancerígeno para el ser humano".
Grupo 2B: "Posiblemente cancerígeno para el ser humano".
Grupo 3: "No puede ser clasificado respecto a su carcinogenicidad para el ser humano".
Grupo 4: "Probablemente no cancerígeno para el ser humano".

2) Debemos asumir que hay un "fondo" de radiofrecuencias en los ambientes que habitamos. En ciudades de Australia y Nueva Zelandia, hacia fines de la década de 1990 [2] ese fondo era de 0,001 a 0,003 microvatios por centímetro cuadrado.
El "fondo" es un problema, pues si se establece como límite normativo un valor idéntico o más estricto respecto del fondo se entra en una zona de conflicto regulatorio. Un objetivo razonable es lograr que la radiación emitida, medida, se acerque al nivel de radiación de fondo en tanto dicho fondo no sea excesivamente alto. Desde la generalización del uso tecnológico de las radiofrecuencias en el siglo XX ha venido aumentando sensiblemente ese valor de fondo, que resulta de todas las fuentes emisoras localizadas en un cierto espacio.



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